Cuando tu bebé muestra su primer diente (suele ser entre los seis y ocho meses), es la señal para introducir el cepillado. Usa un cepillo con cerdas suaves y una pasta sin flúor, que es segura para los pequeños que aún no saben escupir el exceso de pasta. No te preocupes si al principio el proceso parece complicado; al cabo de unos días, el cepillado se convertirá en una rutina natural.
Cepillar los dientes de tu hijo desde temprano no solo previene caries, sino que ayuda al desarrollo adecuado de las encías y los huesos de la mandíbula. Esto puede evitar problemas a futuro, como la mala alineación dental, y les prepara una sonrisa sana. Y lo mejor: les enseñas que el cepillado es parte de la rutina diaria, una práctica que agradecerán los adultos.
Ayudar a los niños a cepillarse puede ser toda una aventura. Aquí algunos consejos para que aprendan mientras disfrutan:
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